Esta sencilla prueba, realizada con un retinógrafo, nos permite conocer rápidamente el estado de la salud retiniana de nuestros pacientes.
El retinógrafo detecta al paciente, se alinea con el ojo objetivo, enfoca la retina, ajusta el nivel y captura la imagen utilizando un flash de baja potencia que garantizan la total comodidad del paciente durante el examen.
El enfoque automático elimina el error humano, minimizando el número de disparos, disminuyendo el tiempo de la prueba, siendo más cómodo para el paciente y eliminando la necesidad de las gotas para la dilatación.
Sus 45º de campo y sus imágenes en alta resolución permiten un estudio fiable y rápido de las estructuras del fondo de ojo y su principal función es la prevención de problemas en el fondo de ojo, ya sea en retina, en el nervio óptico o en la vascularización de toda la zona.